Iniciamos un nuevo tiempo de Cuaresma centrados en el acontecimiento fundamental de nuestra fe cristiana, JESÚS que muere y resucita por nosotros; sí, por ti y por mí. Realizar el camino cuaresmal es, por tanto, una invitación a dejarnos seducir por DIOS que a pesar de nuestras fragilidades y debilidades, o -según este tiempo- en medio de nuestros "desiertos" existenciales, nos ofrece un camino de vida y de confianza absoluta en su perdón incondicional. Iniciar la cuaresma con esta certeza, seguro que es poder vivirla de otro modo. Este tiempo litúrgico está enmarcada en el año jubilar de la misericordia, donde se nos invita a ser "misioneros de la misericordia", la cual sólo se puede llevar a los demás si sentimos y palpamos el sufrimiento de los que están a nuestro lado; o se tiene la experiencia de la humanidad real, de carne y hueso, o esta invitación no será más que una mera idea teórica sin cargas ni consecuencias vitales.
Sólo desearte, aunque parezca paradójico, una feliz Cuaresma (tiempo asociado a penitencias, abstinencias...) para tener también una bella Pascua de Resurrección, que es al fin y al cabo la meta del cristiano -y de todo ser humano- ser feliz en plenitud. No te olvides: no empiezas este tiempo solo, ni solo lo acabarás. Dios está en el inicio y en el final de este camino cuaresmal.
Quiero acabar este post con estas palabras del papa FRANCISCO, autoridad moral y espiritual hoy y con un pequeño clip musical de una cuaresma alternativa:
"En este Año Santo, podremos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea. ¡Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen en el mundo hoy! Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos. En este Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención. No caigamos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye. Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio. Nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad. Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la hipocresía y el egoísmo." (Misericordiae Vultus)
Sólo desearte, aunque parezca paradójico, una feliz Cuaresma (tiempo asociado a penitencias, abstinencias...) para tener también una bella Pascua de Resurrección, que es al fin y al cabo la meta del cristiano -y de todo ser humano- ser feliz en plenitud. No te olvides: no empiezas este tiempo solo, ni solo lo acabarás. Dios está en el inicio y en el final de este camino cuaresmal.
Quiero acabar este post con estas palabras del papa FRANCISCO, autoridad moral y espiritual hoy y con un pequeño clip musical de una cuaresma alternativa:
"En este Año Santo, podremos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea. ¡Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen en el mundo hoy! Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos. En este Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención. No caigamos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye. Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio. Nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad. Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la hipocresía y el egoísmo." (Misericordiae Vultus)